No importa el puntaje que aparezca en la pantalla, hay algo que siempre debemos recordar: nuestros hijos no son un número. Lo que realmente los define es el esfuerzo y las ganas de seguir adelante, aun cuando el camino parezca incierto.
En muchos hogares, los resultados de la PAES llegan como un momento de revelación. Algunas familias respiran con alivio, mientras otras enfrentan conversaciones llenas de "qué pasará ahora". Sea cual sea la emoción que predomine, hay algo que no cambia: este momento no es un fin, sino un punto de inflexión.
Cuando veo a padres y madres preocupados por cómo abordar esta etapa, suelo recordarles que los resultados académicos son una sola cara de la moneda. La otra, igual de importante, es cómo ayudar a los hijos a enfrentar lo que sienten, a darle sentido a sus logros o a sus tropiezos, y a mirar hacia adelante con confianza.
Es fácil, como adultos, querer llenar los silencios con frases comunes "No te preocupes, todo va a estar bien", decimos, sin darnos cuenta de que esas palabras no siempre consuelan. Porque para ellos no parece estar todo bien. Quizá sienten que decepcionaron a alguien o que no cumplieron las expectativas que incluso ellos mismos se impusieron.
¿Qué podemos hacer en estos casos? Escuchar. Escuchar sin interrumpir. Aceptar su tristeza o frustración sin intentar borrarla de inmediato. A veces nuestros hijos solo necesitan que alguien les diga: "Entiendo cómo te sientes. Estoy aquí".
Después de eso cuando la niebla se disipa podemos ayudarles a ver lo que viene. Porque siempre hay algo más adelante. Y aquí es donde como familia tenemos un rol crucial: ser esa voz que les recuerda que el futuro es amplio, que las opciones son muchas, y que no todo depende de un único resultado.
Sin embargo,
Es cierto que la PAES abre puertas importantes,
pero no son las únicas.
Algunas familias pueden estar viendo
que incluso más allá del resultados sus hijas e hijos nunca quieren elegir carreras convencionales
y eso también puede generar tensiones asociadas
a las expectativas,
nuevamente imponemos en nuestros hijos.
Steve Jobs,
por ejemplo,
tomó clases caligrafía universidad oyente
cuando debió retirarse problemas económicos,
algo muchos habría parecido inútil ese momento sin sentido.
Sin embargo fue precisamente experiencia luego influyó diseño tipografías computadores Mac.
Esta historia nos invita reflexionar:
lo importante siempre qué sino cómo aprovechamos aprendemos.
Por tanto si resultados esperados significa renunciar sueños tal vez signifique postergarlo ajustarlo redirigirlos está bien tal vez quieran rendir prueba nuevamente elegir carrera inicialmente soñado explorara áreas menos tradicionales darse tiempo decidir lo esencial acompañarlo proceso imponerles camino respetando intereses construir futuro auténtico días vienen padres deben olvidad detalle hijos hijas necesitan respuestas inmediatas saber estamos lado confianza deposita dependa número capacidad crecer aprender encontrar propia forma avanzar pase pase solos.
Fuente: El Insular Chiloé
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