Familias de Acogida 2025: Tres Historias Impactantes
Explorando el significado de pertenecer a una Familia de Acogida a través de relatos basados en experiencias reales. Descubre cómo esta campaña busca concienciar sobre la importancia de este apoyo emocional.
A veces no es fácil poner en palabras lo que significa para un niño o niña estar en una Familia de Acogida. Intentaré hacerlo a través de tres historias basadas en hechos reales. He modificado algunos datos para proteger la identidad de cada niño y su familia.
Esperanza tiene 10 meses. Pasó los primeros seis hospitalizada, cuidada con mucho cariño por el equipo de salud. Su familia de origen nunca fue a verla. Desde hace cuatro meses vive con una profesional de salud, su familia de acogida. Es un acogimiento monoparental, con una red de apoyo compuesta por los padres de la cuidadora y un grupo de amigas. Esperanza nació con complicaciones médicas, y al principio, había pocas expectativas sobre su desarrollo. Hoy está por dar sus primeros pasos, responde a estímulos y sonríe con gracia si uno logra su atención. Pronto, probablemente, se iniciará el proceso de declararla susceptible de adopción.
José tiene 1 año y 2 meses. Los primeros cuatro los pasó en un hospital, con varios diagnósticos complejos debido a su prematurez y al consumo de drogas durante su gestación. Sus progenitores mantienen consumo problemático y escaso interés por él. Desde hace 11 meses vive con una pareja joven, sin hijos, que llegó a postular con muchas dudas. Les dijeron que el niño difícilmente caminaría y que no lograría establecer vínculos. Hoy, gracias a ellos y a la Teletón, José es un torbellino de energía: juega sin parar, se asombra con todo. Recibe visitas de sus abuelas, quiénes han dicho no poder hacerse cargo. Estamos evaluando a otros familiares antes de iniciar la susceptibilidad de adopción.
Andrés tiene 2 años. Hace 10 meses fue acogido por una familia tras vivir en una residencia. Su familia de origen ha expresado que no puede asumir sus cuidados. Andrés tiene algunas necesidades especiales de salud. Hoy vive con una madre, un padre y dos hermanas de acogida. Cuando llegó, casi no sonreía, no lloraba y su mirada se perdía en el vacío. Hoy ríe, juega sin parar con sus hermanas -ambas estudiantes de educación superior- y cuando se golpea, llora, busca consuelo… y se deja abrazar. Su risa es muy contagiosa. Ya se inició el proceso de susceptibilidad de adopción.
Esperanza, José y Andrés están teniendo una vida buena. No fácil, pero buena. Han enfrentado mucho desde que nacieron, pero el programa de Familias de Acogida no solo ha transformado sus vidas: también ha cambiado la de tres familias, distintas entre sí, pero unidas por un hilo invisible que nace del deseo de cambiar la historia de estos pequeños.
En un país donde tantas veces faltan respuestas, hay personas que eligen ser la respuesta.
Porque ser Familia de Acogida no es tener todas las certezas, es simplemente decir: “aquí estás seguro, aquí eres querido, aquí puedes volver a empezar”.
Fuente: El Insular Chiloé
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